viernes, 28 de agosto de 2009

Cristo es nuestra Paz


San Gregorio de Nisa, en su Tratado sobre el Perfecto Modelo del Cristiano, escribió:
La paz se define como la concordia entre las partes disidentes. Por eso, cuando cesa en nosotros esa guerra interna, propia de nuestra naturaleza, y conseguimos la paz, nos convertimos nosotros mismos en paz, y así demostramos en nuestra persona la veracidad y propiedad de este apelativo de Cristo.
Por eso, san Benito nos manda a los monjes combatir bajo las banderas de Cristo, verdadero rey y Señor, no contra un enemigo externo sino, dentro de nosotros mismos, contra cuantas insidias despierta el antiguo enemigo, valiéndose de la debilidad de nuestra carne, de la codicia de nuestros ojos, o del orgullo del propio yo.
Si el modelo del cristiano perfecto, según san Gregorio, es quien ha alcanzado la perfecta paz, también el modelo del verdadero monje es el de quien, transfigurado por el Espíritu Santo, ha serenado su espíritu en la contemplación del Altísimo.
Señor, ¡quién me diera alas de paloma, para volar y posarme! Emigraría lejos, habitaría en el desierto!

Un monje

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