lunes, 25 de enero de 2010

La Conversión de san Pablo


Me he aparecido a ti, precisamente,
para elegirte como servidor,
como testigo de que me has visto ahora
y de lo que te revele en adelante.
Te salvaré de tu pueblo y de los gentiles,
a quienes te envío para que les abras los ojos,
y se vuelvan de las tinieblas a la luz
y del dominio de Satánas a Dios;
para que, creyendo en mí,
obtengan el perdón de los pecados
y parte en la herencia de los consagrados.

Hechos de los Apóstoles 26, 16-18

No se equivocará quien designe el alma de Pablo como un prado de virtudes y un paraíso espiritual, pues ha florecido en gracia y ha manifestado la conducta espiritual propia de tal gracia. En verdad, el don del Espíritu lo invadió desde que comenzó a ser instrumento elegido, y fue purificado plenamente. Por eso, en nosotros, ha hecho brotar estos ríos maravillosos; no como las fuentes del paraíso, que eran sólo cuatro, sino mucho más numerosas y que fluyen todos los días: no es la tierra la que riegan, sino las almas de los hombres, estimulándolos a dar frutos de virtud.

San Juan Crisóstomo
Discurso 1 en Elogio al Apóstol San Pablo.

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