viernes, 26 de marzo de 2010

Oración ante el Cristo de Fernando y Sancha


Dios, que es inmortal, no vino a salvarse a sí mismo, sino a liberarnos a nosotros, que estábamos muertos; ni padeció por sí mismo, sino por nosotros. Hasta tal punto que si asumió nuestra miseria y nuestra pobreza, fue con el fin de enriquecernos con su riqueza. Pues su pasión es nuestro gozo; su sepultura, nuestra resurrección; y su bautismo, nuestra santificación.

San Atanasio de Alejandría
Sermón sobre la Encarnación del Verbo 2-5
Fotografía: F. Javier Ocaña Eiroa

No hay comentarios:

Publicar un comentario