martes, 1 de diciembre de 2009

El brote del tronco de Jesé

Saldrá un renuevo del tronco de Jesé,
un vástago brotará de sus raíces.
Sobre él reposará el Espíritu del Señor.
(Isaías 11)
La célebre profecía del capítulo 11 de Isaías contempla a Jesé, padre de David, de cuyas entrañas brota la familia del Mesías. Isaías no sólo esperaba un nuevo Rey en Israel: esperaba al Rey eterno, salvador de los hombres, instaurador del Reinado de Paz de Dios, en el que habitará el lobo junto al cordero, la pantera se tumbará con el cabrito, el ternero y el leoncillo pacerán juntos.

Son los tiempos de nuestro Señor Jesucristo. Así lo afirma san Bernardo en su segundo sermón del Adviento:

La Virgen Madre de Dios es la vara; su Hijo, la flor. Flor es el Hijo de la Virgen, flor blanca y sonrosada, elegido entre mil; flor que los ángeles desean contemplar; flor a cuyo perfume reviven los muertos; y, como él mismo testifica, es flor del campo, no de jardín. El campo florece sin intervención humana. Nadie lo siembra, nadie lo cava, nadie lo abona. De la misma manera floreció el seno de la virgen. Las entrañas de María, sin mancha, íntegras y puras, como prados de eterno verdor, alumbraron esa flor, cuya hermosura no siente la corrupción, ni su gloria se marchita para siempre.

Según el profeta Isaías, aquél día, la raíz de Jesé se alzará como enseña de los pueblos; a ella se volverán las naciones y será gloriosa su morada. Ese día fue el día del Señor, el día en el que, sobre el altar de la cruz, salvó a todos los hombres. Mirarán al que traspasaron.

Ese día todavía esperamos se consume en quienes aún vivimos esta vida, a quienes aún caminamos hacia ese Reino de paz y de amor, a quienes suspiramos por la eterna dulzura de quien transformará nuestra debilidad según el modelo de su condición gloriosa. Entonces, partícipes del ser de Dios, el conocimiento del Señor nos colmará como las aguas colman el mar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario